Comunicación |
Dra. Tania Ochoa Calvi*, Dra. Mercedes Seguí Sánchez**, Dr. Pedro A. Díaz Rojas.***
La lucha contra el cáncer constituye desde hace muchos años uno de los problemas fundamentales de la Medicina, que atañe no solo a los oncólogos, investigadores y médicos generales, sino también a toda la población; por lo tanto es razonable acoger con interés cualquier camino que suponga una lucha contra los tumores malignos (1).
El cáncer de cervix uterino constituye un problema de salud a nivel mundial y su frecuencia solo es sobrepasada por el cáncer de mama (2). En nuestro país representa desde 1970 el 10 % de todos los casos nuevos de neoplasia maligna en la mujer. Aunque las tasas de incidencia han disminuido de 41.3 por 100,000 en 1970 a 37.8 por 100,000 en 1990, la mortalidad por este tumor no ha cambiado en los últimos 10 años, a pesar que desde 1967 el Ministerio de Salud Pública de Cuba desarrolla un programa nacional para la detección precoz del mismo, el cual constituye un eslabón fundamental para la disminución de la mortalidad por neoplasia maligna prevista en los objetivos, propósitos y directrices de la Salud Pública cubana para el año 2000 (1,3-6).
En la actualidad, casi todos los científicos del mundo interesados en el estudio del cáncer de cuello uterino aceptan que su diagnóstico precoz constituye un problema de importancia práctica y social, que permite lograr el mantenimiento de la salud de la mujer y su plena incorporación a la sociedad (1).
Como resultado de investigaciones sobre la historia natural de esta afección en los últimos años, se han señalado numerosos factores de riesgo relacionados con la misma, tales como el déficit de vitaminas C y D, el uso de anticonceptivos orales, la multiparidad, la promiscuidad, el comienzo temprano de las relaciones sexuales, etc. (3,7,8). También se ha demostrado una fuerte asociación causal entre esta neoplasia y algunos tipos de virus del papiloma humano, así como con la presencia de lesiones preinvasoras a nivel del cervix como son las displasias que asientan en su epitelio (9-13).
Uno de los adelantos más importantes en el diagnóstico precoz y el tratamiento del cáncer de cuello uterino ha sido conocer su origen a partir de estas lesiones precursoras, donde se destaca por su frecuencia la Neoplasia Intraepitelial Cervical ( N.I.C.).
En 1973 Richart introdujo el concepto de Neoplasia Intraepitelial Cervical, considerando que esta enfermedad es única desde sus comienzos y aunque un número de ellas puede regresar sin necesidad de tratamiento, en otros casos irá progresando gradualmente hasta convertirse en un carcinoma invasor. La mayor parte de los carcinomas cervicales son el estadio final de un conjunto de alteraciones epiteliales progresivamente más atípicas, en las que un estadío da lugar al siguiente de manera imperceptible (13-17).
La primera y aparentemente más temprana alteración es la aparición de células atípicas en la capa basal del epitelio escamoso, lo que inicialmente se denominó hiperplasia de células basales, más tarde displasia leve y en la actualidad NIC I; la presencia de estos cambios atípicos en las dos terceras partes de la capa epitelial constituye la NIC II o displasia moderada y la etapa siguiente, en la cual existe una transformación de casi todas o todas las células epiteliales en células neoplasicas sin invasión del estroma subyacente es denominada NIC III, esta categoría incluye tanto la displasia severa como el carcinoma in situ, los cuales se clasifican en el mismo grupo ya que en ocasiones resulta prácticamente imposible establecer diferencias histológicas entre ambos (1,3,13-17).
La Neoplasia Intraepitelial Cervical es una afección ginecológica que aparece con relativa frecuencia; en la literatura revisada se reporta su aparición en el 5.5 % de mujeres entre 20 y 29 años de edad y en el 2.6 % de mujeres de 50 a 59 años (7,18) y si bien su diagnóstico histológico utilizando las técnicas habituales es valido en la mayoría de los casos, consideramos que el mismo puede ser perfeccionado con la aplicación de técnicas morfométricas que permiten una valoración más objetiva de los cambios morfológicos encontrados (19,20).
El empleo de estas técnicas ha demostrado su gran utilidad en el estudio de numerosas enfermedades de origen neoplásico y de otra índole, tanto en animales de experimentación como en el organismo humano (21-24). En los últimos años la incorporación de sistemas computadorizados con digitalización de imágenes ha permitido un desarrollo acelerado y novedoso en las investigaciones de este tipo (20,25-30).
Debido a la frecuencia de la Neoplasia Intraepitelial Cervical en nuestro medio y su importancia en el diagnóstico precoz del cáncer cérvico-uterino, así como la posibilidad de acoplar nuestros microscopios al sistema morfométrico computadorizado COMSDI PLUS (Computer Assisted Morphometric System Using Digital Image), nos sentimos motivado a realizar este trabajo, el cual nos permitirá emitir un diagnóstico anatomopatológico más preciso de esta afección.
GENERAL:
Contribuir al estudio de la patología de cuello uterino mediante la aplicación de la morfometría microscópica.
ESPECIFICOS.
- Volumen nuclear
- Frecuencia de perfiles mitóticos
- Densidad de perfiles nucleares
- Densidad poblacional de células pleomórficas mediante la aplicación del factor de forma.