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CURSO CORTO LÍMITES DE LA PATOLOGÍA MEDIR Y CONTAR EN PATOLOGÍA A Panizo, E. de Álava Existen diversos factores que pueden inducir a errores en la patología como ciencia morfológica, es decir basada en la interpretación subjetiva de una imagen. El establecimiento de un diagnóstico anatomopatológico dista de ser un proceso sencillo o fácilmente normalizable, con resultados uniformes para distintos observadores, e implica una considerable carga subjetiva. En este punto cabe hacernos la siguiente reflexión: ¿los diagnósticos son siempre reproducibles no sólo por distintos patólogos, sino incluso por el mismo patólogo en momentos distintos?. Numerosos trabajos han demostrado un elevado grado de desacuerdo entre observadores, e incluso se pone de manifiesto que la discordancia afecta a un mismo observador al valorar las mismas lesiones en dos ocasiones distintas separadas por un intervalo de varios meses. Este hecho justifica el empleo de nuevas técnicas adicionales en el diagnóstico anatomopatológico. La necesidad de medir y por tanto obtener datos objetivos proviene por tanto de que como patólogos nos hemos dado cuenta que en muchas ocasiones las decisiones diagnósticas que tomamos son poco reproducibles. Las diferentes razones que se han aducido para el empleo de la medición en patología son: a) disminuir la variabilidad en la cuantificación morfológica de lesiones (evitar o disminuir la subjetividad); b) aportar una escala numérica reproducible y cuantificable de los datos morfológicos; c) aumentar la sensibilidad a la hora de identificar mínimos cambios morfológicos; d) cuantificar los cambios morfológicos producidos durante el procesamiento de las muestras; e) suministrar una herramienta de control de calidad; f) proporcionar unos estándares o datos de referencia para el diagnóstico morfológico; g) empleo como instrumento de investigación. Aplicaciones de la medición en patología Medición de distancias lineales: los ejemplos son numerosos, y con frecuencia son datos cuantitativos en los cuales se basan las decisiones sobre el manejo clínico o terapéutico del paciente: Tamaño o diámetro máximo de una lesión (que corresponde con frecuencia al pT), y en ocasiones es un dato esencial a la hora de diferenciar una neoplasia benigna de maligna, como ocurre en los adenomas renales (<1cm) frente al carcinoma renal (>1 cm); o en las lesiones lobulillares de la mama (hiperplasia lobulillar, hiperplasia atípica o carcinoma lobulillar in situ). Profundidad de invasión de un melanoma (Breslow). Distancia de la lesión al margen de resección. Tamaño de estructuras tisulares: el tamaño de los glomérulos define la oligomeganefronia, tamaño o longitud de vellosidades intestinales en el diagnóstico de enfermedad celíaca. Clasificación de tumores de naturaleza endocrina por el tamaño (diámetro) de los gránulos de secreción. Cómputo del número de objetos: los ejemplos son también numerosos y en muchas ocasiones son un dato esencial tanto para el diagnóstico como pronóstico o tratamiento de la entidad en cuestión: Número de ganglios metastatizados por una neoplasia (corresponde al pN). Número de lesiones en un órgano o tejido: en ocasiones es un dato esencial para el diagnóstico como por ejemplo la diferenciación entre: adenoma o hiperplasia nodular de hígado. Número de células que forman parte de la lesión: es un dato que puede diferenciar entre un tejido normal o una lesión. Así por ejemplo, la cifra arbitraria de más de 6 células C por folículo tiroideo se ha sugerido como indicador de hiperplasia de células C, aunque recientes trabajos no apoyan este concepto. Número de mitosis-proliferación (Ki-67): aun cuando esta medida es práctica y reproducible cuando se emplea una metodología estandarizada, puede estar sujeta a diferentes fuentes de error. Es un dato cuantitativo esencial para establecer el diagnóstico de una lesión: diferencia entre tumores uterinos de músculo liso: leiomioma, leiomioma bizarro, leiomioma mitóticamente activo y leiomiosarcoma; diferencia entre fibromatosis y fibrosarcoma bien diferenciado (>1 mitosis por campo de gran aumento). Cuantificación de proliferación (Ki-67) o receptores hormonales: en ciertos tumores (mama, próstata) la medición de estos parámetros suministra datos pronósticos o de respuesta al tratamiento. Número de vasos neoformados en un tumor (angiogénesis): en algunas neoplasias se considera como un factor pronóstico más, como ocurre en el carcinoma de mama o próstata. Cuantificación del número de señales obtenidas con sondas marcadas con fluoresceína o cromógeno en estudios de FISH o CISH: el valor obtenido nos da información a cerca de la amplificación y su grado de un gen en concreto. Estimación de área o superficie: la proporción de tejido que compone una estructura o proceso es importante en diversas situaciones: Proporción o superficie de tumor necrótico: en algunas neoplasias se ha observado que es un dato pronóstico y de respuesta al tratamiento. Extensión de fibrosis intersticial renal o hepática aporta información pronóstica. Biopsias de hueso y médula ósea: la morfometría en este tipo de biopsias juega un importante papel en el diagnóstico de enfermedades metabólicas óseas. La medición del volumen óseo o de osteoide, superficie de osteoide mineralizado y superficie de médula hematopoyética es muy empleada en la discriminación entre diversas entidades tales como osteomalacia, enfermedad de Paget del hueso e hiperparatiroidismo. Volumen de carcinoma presente en biopsias de aguja o resecciones transuretrales de próstata: es una medida que predice el volumen total y el estadio del tumor primario y se correlaciona con la evolución del paciente. Superficie de fibras musculares tipo I y tipo II en cortes perpendiculares de músculo esquelético en el estudio de miopatías. La valoración del tamaño de la fibra, su número y distribución es esencial en la interpretación de biopsias musculares, y la medida de estos parámetros proporciona rasgos objetivos y reproducibles en el diagnóstico de miopatías. Medición de formas: la medición del tamaño de objetos (por ejemplo tamaño del núcleo) o de regiones (por ejemplo volumen de un tumor) contribuye en ciertos casos al diagnóstico anatomopatológico o proporciona datos de valor pronóstico. En numerosas ocasiones decidir sobre el tamaño de las células puede no ser superficial, y así el tamaño de las células en un carcinoma de pulmón será un factor decisivo para el diagnóstico, pronóstico y tratamiento de la lesión. La estimación o medición de formas ha sido empleada en patología para identificar entidades anatomopatológicas concretas. Un ejemplo claro de cómo la estimación de la forma contribuye al diagnóstico es la valoración del tamaño y forma del núcleo y del citoplasma en el diagnóstico de los linfomas: linfomas de células grandes frente a los linfomas de células pequeñas. Medidas complejas: la combinación de diversos rasgos morfométricos o de medición se emplea con gran frecuencia para el diagnóstico y clasificación de diversas entidades. El ejemplo más claro es la gradación que realizamos en todas las neoplasias, que se basa en la combinación de medidas arquitecturales, medidas citológicas y número de mitosis de las células tumorales: grado de Bloom y Richardson. Otro ejemplo de mediciones complejas que realizamos los patólogos de forma rutinaria es la valoración del grado nuclear en los carcinomas renales según el diámetro del núcleo, la forma del núcleo y el tamaño del nucleólo (gradación de Furhman). Predicción del comportamiento de GIST: Combinando diferentes parámetros morfométricos tales como el diámetro máximo del tumor, número de mitosis en 50 campos de gran aumento y localización anatómica del tumor, el patólogo es capaz de orientar con cierta seguridad el comportamiento clínico (probablemente benigno, probablemente maligno e incierto o de bajo potencial de malignidad). Medición de la ploidía-DNA e índice de proliferación: en diversos tumores se ha publicado que la medición de la ploidía mediante citometría de flujo proporciona datos más precisos a cerca del pronóstico que la valoración del grado tumoral evaluado por un patólogo experto. Incluso existe un consenso internacional de que los casos de enfermedad trofoblástica gestacional no pueden ser evaluados con precisión sin el análisis de la ploidía de DNA. Problemas o errores en la medición En la actualidad el empleo de la morfometría no se considera un instrumento estándar empleado por el patólogo en la evaluación de células o tejidos a la hora del diagnóstico. Existen diversos aspectos de los estudios morfométricos y de las técnicas en sí que impiden su aplicación más amplia por el patólogo en la rutina diaria. Entre estos aspectos se incluyen: Ausencia de estudios amplios concluyentes: la mayoría de los estudios aparecidos en la literatura están basados en series con relativamente pocos casos, y por tanto los resultados con frecuencia son no concluyentes. Impresión de que es necesario grandes y caros sistemas de análisis, tanto por el hardware como por el software, que no justificaría su empleo debido al valor de los resultados, y que consumen mucho tiempo. Ausencia de protocolos claros y estandarizados, que han retrasado su empleo más generalizado: varios estudios han defendido el uso de morfometría en anatomía patológica para la realización de diagnósticos muy concretos, pero carecen de pautas estrictas o protocolos de cómo se puede realizar. Además, las técnicas de morfometría no están aprobadas por la F.D.A. como procedimientos diagnósticos. Poca comprensión o "miedo" a la tecnología y a los métodos numéricos: el patólogo simplemente no cree que el análisis de imagen cuantitativo aplicado a su rutina diagnóstica diaria pueda ayudarle de alguna forma, aunque es difícil de creer a la vista de la gran cantidad y calidad de literatura disponible.
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© SEAP. Sociedad Española de Anatomía Patológica | Actualizado: 09/07/2003 |